Cuando me embarque en el mundo político, luego de una larga campaña que duró desde marzo hasta junio y de una espera prolongada para asumir en mi cargo, de julio a diciembre, todo en 2009, nunca me hubiera imaginado que se avecinaba un 2010 que marcaría en mi vida una labor tan distinta y apasionante en relación a lo que venía haciendo (docencia y emprendimientos empresariales).
Arranqué con todo el entusiasmo, con ganas de demostrar que cambiar se puede, que solo es cuestión de tener bien en claro los objetivos y de ser una persona correcta, decente, paciente, honesta, independiente y con fuertes convicciones.
Si bien considero seguir por el mismo camino, he abierto los ojos y lo seguiré haciendo a lo largo de este raro andar. En política todo es difícil, todo es confuso, gris. Más cuando uno esta rodeado de gente que no quiere ni siente a Perico, pero en sus discursos, se ve a prestigiosos ciudadanos, fieles funcionarios-vecinos que mueren por la causa. Esos funcionarios, que están dispuestos a perder todo el tiempo de sus días para vender sus voluntades a cambio de…, dispuestos a arrodillarse por un materialismo que los vuelve rehenes y presos de un mugriento sistema del que son parte, hacen daño y oscurecen aun más, el concepto de la “política”. Es culpa de ellos que muchos jóvenes odian esta palabra y por desgracia, a veces nos incluyen a todos en esa suciedad. Es por ellos que mucha gente esta asqueada de lo público, es por ellos que cada vez más se usa la política paternalista, delegativa y se olvidan las verdaderas competencias que deberían cumplirse desde estas funciones públicas. Es por ello, que a los decentes que incursionamos en política, a veces nos miran con desconfianza, y hasta nos preguntan si manejamos viviendas, dinero oscuro y nos tratan de gestores que facilitamos vías con favores impuros. Señores, aunque se intente desprestigiar con campañas de chimentos baratos, no todos somos así. La mayoría si, pero no todos.
Dejando de lado estas inevitables verdades, debo admitir que me han servido para conocerlas y observarlas de cerca, pero nunca para aprender de ellas. La gente tiene que entender, aunque lleve tiempo, que hay personas, ciudadanos que hacen política para el bien común. Y lo que se gane en un sueldo, mientras uno haga bien su labor, se lo tiene merecido como cualquier trabajador bien intencionado.
Es verdad que en la actualidad, uno convive en un contexto clientelar, en donde sus protagonistas marcan su propia gestión, desde lo que pueden dar, no desde lo que pueden hacer. Hay una desvalorización hacia el trabajo que realmente asusta y sin dudas, esa coyuntura despedaza la moral y la autoestima de quienes deciden beber de esas aguas.
Uno se decepciona más cuando se ilusiona con la posibilidad de cambiar, ese cambio que tanto reclama la gente, pero a veces dudo de que algunos quieran formar parte del mismo. No obstante, tengo la seguridad de que los cambios son posibles cuando alguien tiene la certeza de que ello puede ocurrir. Si creemos podemos. Si renunciamos a creer, nunca podremos. En Perico, he podido descubrir que muchos políticos ya no creen y solo ocupan su lugar por un sueldo o por más poder, sin intentar generar cambios y mejoras.
En un año de gestión, a pesar de algunas frustraciones y malos tragos, no he perdido la esperanza y ruego a Dios, que la paciencia me dure hasta ver con mis propios ojos la modificación de algunas realidades, que nos permitan ver en Perico y la provincia, una política más simple, justa, transparente y racional. Para ello, deben sumarse personas comunes, coherentes, nuevas caras, ciudadanos que desean un Perico más justo, personas que usen el sentido común y no se esmeren en defender lo indefendible para saciar sus propios intereses.
Lic. Luciano Demarco
Concejal Ciudad Perico